Después de solicitar recomendaciones para la ciudad de Córdoba, la mayoría combinaban una serie de tabernas junto con el restaurante Choco de Kisco García (1 estrella Michelin). Así que preparamos las reservas; y nos decidimos a probar tres de los locales mencionados: Juan Peña, Los Berengueles, y Bodegas Campos (la cual está más cercana a lo que sería un restaurante).
Comenzamos en el medio día del jueves con Juan Peña, la más taberna de las tres. Inaugurada en 1979 para servir desayunos, adornada de detalles taurinos, antigüedades, aperos de labranza, cajas fuertes. Servicio algo despistado, pero simpático, de forma que uno se relaja, y no le da más importancia. Carta extensa, con muchas de las opciones en medias raciones, además de un buen número de posibilidades cantadas en base a la temporada.
Para encender el “chip” córdobes y adaptarnos al entorno, empezamos con un salmorejo, de sabor y textura perfectos con el jamón y huevo bien picaditos. Arranque típico.
Seguimos con unas chirlas abiertas a la plancha, correctas. Prefiero el sabor más suave y elegante de unas coquinas. Chocos fritos, cortados de forma muy fina que no acaban de convencer; y unas acedías con una fritura que tampoco remata.
Nos recuperamos y de que manera con unas huevas de choco a la plancha con cebolleta picada, y pimentón. Textura, sabor, ligeramente picante para volver a repetir. Verdadero manjar, y gran producto.
Nos llenamos de tipismo con una más que generosa ración de rabo de toro, y unas berenjenas fritas cortadas en forma de patatas. El primero con un punto muy agradable que consigue una gran melosidad; la sensación final en boca es muy moruna, provocada por las especias. Las segundas alcanzan gracias a la perfecta fritura un punto excepcional, conservando la temperatura, y resultando muy esponjosas en la boca.
Seguimos en la noche del Jueves Santo con la taberna – restaurante los Berengueles. Un edificio con linaje, que fue morada de los Marqueses de Valdecoro, y situada justo enfrente de donde nació Manolete. Salones interiores en dos plantas, y comedor en el propio patio de la casa que es restaurante desde 1998. Nos decantamos más por la carta tabernaria, y continuamos con los localismos; así que volvimos a solicitar tanto salmorejo como berenjenas como si de una cata se tratase. El primero estando muy bueno, no creemos que alcanzó el nivel del de la mañana, sobre todo por un pequeño sabor a ajo final; en cambio las berenjenas sí que estaban superiores.
Acompañamos con un bacalao emborrizado (rebozado) y unos boquerones al limón. El bacalao no nos acabó de convencer. Los boquerones con un toque cítrico en el adobo que por una parte refrescaban, pero por otra reducían el suave sabor del pez. Agradable servicio en un día complicado, que doblaba mesas por doquier.
Viernes Santo, y tras visitar la Mezquita, nos dirigimos hacia nuestra tercera visita, Bodegas Campos. Tradición desde 1908, y enclave. Desde un punto de vista de negocio, cuando una “casa” lleva operando más de 100 años, tiene que ser por algo. Hay que respetar estos negocios de restauración centenarios.
Parte de la estancia está decorada con barricas donde los “famosos” han firmado dejando su dedicatoria. La tiza eterna como recuerdo de experiencias culinarias. Entre las que me han llamado la atención, la del torero Juan José Padilla por la siguiente cita “El sufrimiento es parte de la Gloria, y gracias a esta reunión en Bodegas Campos la he revivido” (8-5-2012).
Como no, salmorejo, pura cremosidad con puede que un mayor sabor a tomate. Decisión unánime Top1 de los degustados. Seguimos con unas habitas baby con huevo frito, jamón y cebolla. Finura, y jugosidad provocada por la cebolla bien pochadita.
Procedemos con unas albóndigas de ibérico, salsa muy sabrosa, pero la carne estaba aderezada con ajo en especia que no es lo mío, ya que deja un fuerte sabor en boca.
Pero encontraríamos a continuación, un plato que nos ha encantado, que estaba directamente para hacerle una reverencia, un señor arroz de rabo de toro. Textura, suavidad, punto, sabor, de verdad para no parar; en definitiva uno de los bocados de estas vacaciones.
En el apartado dulce, un rico hojaldre con crema y frutas del bosque y un flojo helado de naranja con aceite de oliva, más que helado era granizado por su cantidad de hielo.
Queríamos visitar el domingo la Taberna San Miguel EL Pisto (1880), pero era su día de descanso; como el de Juan Peña. Lo que hicimos fue pasarnos a tomar una cerveza, y ver una taberna con solera taurina que inauguraba su primera peña taurina dedicada a Guerrita en el siglo pasado. Probamos también el rabo de toro, con una patatitas en cuadros y una zanahoria pochada que completaban el conjunto, aunque la carne resultó algo menos melosa que en Juan Peña.
Decidimos volver a Bodegas Campos. Repetiríamos con el afamado salmorejo, como me dijo en Twitter “espetoblog” canónico.
Además degustaríamos; para acabar con la cata una berenjena fritas, esta vez cortadas en la forma de la verdura y algo apaisadas. Realmente espectaculares. Una ensalada de tomate raf de verdadera categoría, que subiría de nivel si se sirviera menos frío.
Por otra parte, entre los integrantes de la mesa, se compartirían ciertos platos principales . En primer lugar un flamenquín de presa ibérico y jamón; correcto y jugoso, pero creo que ganaría con un jamón de mayor calidad que no aportara un regusto final algo ahumado. Solomillo del Valle de los Pedroches con patata panadera gustoso, con un punto rosáceo adecuado; puro producto sin más. Finalmente unas manitas de cerdo rellenas de foie, servidas deshuesadas, el relleno algo irregular, y les faltaba algo de potencia de su propia gelatina. No alcanzamos con estos platos, el nivel del arroz del primer día.
Córdoba: Tradición tabernaria, con platos típicos que alcanzan un alto nivel de perfección en muchas casas. Salmorejos, berenjenas, guisos de rabo de toro,…en definitiva platos identitarios que se asocian a esta tierra. Además muy recomendable el arroz de rabo de toro de Bodegas Campos, y las huevas de choco de Juan peña, donde también destaca la cola del astado.
Por otra parte, es de agradecer finalizar la comida con notas dulces representadas por una copia de Pedro Ximénez que suele ser una invitación de la casa. Vino dulce que recoge su nombre del soldado de Carlos V que en el siglo XVI trajo la cepa de Alemania, un tal Peter Siemens.
A destacar el precio, la media en unos 20-25€; clave por la cual todas las tabernas visitadas estaban totalmente llenas.
Un buen salmorejo es para mi un plato indispensable, sobre todo en verano con los tomates de mi huerta, eso si, no he probado uno mejor que en Taberna Laredo.
Habrá que volver a Córdoba.
Creo que los de Córdoba baten al de Taberna Laredo. Una buena razón para volver…..
Vamos, que te has «jartao» de salmorejos. Incluso también en «presencia» me quedo con el ganador. Era un plato que no había probado hasta hace bien poco pero que me encanta.
Dentro de la envidia, al menos yo he podido disfrutar un montón en tu tierra.
Un saludo.
Ya.., con el amigo Kintiman has visitado nuestra Torruca…; festin a gran precio