A veces cuando la expectativa no es elevada, la sorpresa surge con más facilidad. No conocía la Taberna Agarimo y sin duda después de la visita se convierte en un espacio recomendable. Agarimo, que en gallego significa cariño, es una taberna ilustrada gallega que rezuma buena cocina y un notable producto. Bajo un discurso de sostenibilidad, se aloja una teoría del aprovechamiento al máximo del producto en base a la utilización de las elaboraciones en diferentes platos. Así un cocido gallego, forma parte de unas filloas usando la carne y los grelos y deja el caldo para otra composición junto con una corvina. Recetas con raíz y una vuelta de tuerca para cambiar más su apariencia que su fondo.

A los mandos, Guillermo Rivera y acompañándole personas con actitud que provocan un rato la mar de agradable; haciéndote sentir bien. Platos ligeramente originales, sabrosos y bien ejecutados en su mayoría. Despensa e influencias gallegas para redondear una carta con una media docena de entradas y cerca de diez platos destinados a compartir tanto de verduras, pescados como carnes.

Comenzamos con las navajas con su pilpil y mojo verde. Destaca fundamentalmente su textura, ni correosas ni especialmente babosas. Con mucho sabor y sin que tanto el mojo como el pilpil se coloquen por encima del molusco. Una combinación a priori sencilla pero que desborda mimo en cada una de las preparaciones.

Sobresaliente, sin lugar a dudas, resulta la croqueta de pollo en escabeche. Jugosa, suculenta, cremosa, con un ligero punto de acidez que le aporta un punto de frescor. Para repetir sin duda. En cambio, la filloa de cocido gallego con emulsión de grelo parte de una buena idea, pero puede mejorar su ejecución. La emulsión de grelo y el kale por encima de la filloa dan frescor a la composición que en su interior muestra cierta sequedad. Sabroso sí, pero echando de menos un mayor nivel de jugosidad.

La denominada merluza a la gallega 2.0 es un hermoso lomo cocinado al horno de vapor, acompañado de tirabeques y una emulsión a partir de los jugos del pescado, ajo y pimentón; es decir una emulsión de la ajada de pimentón. Buen punto el del pescado y la aparición de connotaciones dulces a través de los tirabeques, cocinado potente a través de la sartén (caramelizado), y el pimentón. Notable.

Sin duda, el plato que hasta ahora ha proporcionado una mayor identidad a Agarimo ha sido la tortilla de patatas y manitas de cerdo. Melosa, estilo Betanzos pero con la presencia del jugo y la carne de las manitas el huevo gana en densidad y no aparece tan líquido. Patata cortada fina e irregular para que tras la fritura se puedan percibir diferentes texturas de la patata. Resulta obligatorio probarla, tratándose un plato reclamo por su originalidad. No defrauda.

La oferta dulce es breve. Entre ella, destaca la oreja de carnaval, con panacotta y crema inglesa. Un postre de ligero contraste de temperaturas en el que destaca la finura tanto de la crema inglesa como de la panacotta, provocando un bocado dulce pero liviano al mismo tiempo.

Agarimo lleva abierto algo menos de dos años; pero es desde hace unos meses tras una obra que ha eliminado las mesas altas y ha dado más empaque a la sala del local cuando la clientela se está haciendo más sólida. Agarimo merece la visita por ser un negocio de gente joven con buen fondo de cocina, muchas ganas de agradar y precios honestos. Además de platos como la croqueta de pollo, la tortilla de manitas de cerdo y esas navajas con mujo y pilpil, también se puede disfrutar de una cerveza de bodega (sin pasteurizar) Estrella Galicia que me resultó fantástica.

Agarimo : Más que una taberna gallega.