Kappo en japonés significa cocinar y también hace referencia a la culinaria japonesa más tradicional. Este es el nombre de la nueva apertura de Mario Payán (ex Kabuki) en la que ejerce como chef y propietario.
Local de mediano tamaño conformado por una barra de mármol para unas catorce personas, un comedor de un reducido número de mesas y una mesa grupal de mayores dimensiones en un pequeño altillo. Colores blancos y negros, cuidado en la insonorización y buen interiorismo conforman un espacio agradable en el que te encuentras a gusto de principio a fin.
Abierto apenas unas semanas, actualmente funciona de forma única con menú degustación consistente en cuatro platos calientes, sushi y un postre. La propuesta gastronómica de Kappo es elegante y delicada, basada en un producto de altísima calidad en las manos de uno de los mejores “sushiman” de este país. Resulta muy agradable ver en plena acción a Mario Payán: extremadamente pulcro, concentrado y ejecutando cortes simplemente perfectos.
Sin apenas ruido y más utilizando el boca-oreja y la clientela anterior, el local estaba lleno y se doblaba alguna posición en la barra.
El pistoletazo de salida se produce con el aperitivo de pencas de lechuga, miso, bonito y cacahuete. Ahumado, crujiente y untuoso. Un pequeño bocado que muestra un deseo de ir más allá.
Se sigue con el tartar de tarantelo, cebolleta, pan de algas y mantequilla de caviar. Esta pieza del atún se encuentra situada entre la ventresca y la cola blanca. De color entre blanco y rosáceo y cortado de forma tremendamente generosa resulta jugoso y con ligeros matices dulces. Género de elevada clase que junto con el tratamiento adecuado conforman un plato de muy alto nivel. Sobresaliente.
A continuación nabo daikon con carne y salsa ponzu. Acertada textura la de la verdura en un minimalista y agradable guiso que gusta sin deleitar.
Utilizando el grill, el tsukune (especie de albóndiga en brocheta) de pintada con pepino, ume y shiso. De elevada finura, la carne se presenta en un punto que aprovecha toda la suculencia del ave y se equilibra con pequeñas chispas frescas provenientes de los aderezos. Un yakitori distinguido.
A partir de este punto, comienza el “omakase sushi” por parte de Mario Payán. Consiste simplemente en ponerse en sus manos y dejarse llevar. En general todas las piezas son muy notables (alguno sobresaliente), destacando el corte de los pescados, su calidad y el equilibrio de soja y wasabi. También se suele incluir ralladura de lima que aporta un punto de frescura interesante. Nada predomina por encima del pescado y la aparición del wasabi se produce forma secuencial.
Se trata de bocados delicados, sutiles, ligeros en los cuales la importancia del género no se negocia. También la sencillez, la honestidad y la pureza son cualidades que podrían describir estas piezas que considero que huyen de la fusión buscando una cocina más japonesa más limpia.
El festival comienza por un nigiri de virrey, el cual sí que venía algo pasado de wasabi en mi modesta opinión. Se comunica al “sushiman” para su conocimiento y desaparece el problema. Le sigue uno de caballa en vinagre que resulta delicioso.
Las siguientes dos piezas serían galera y trucha de Tasmania. Trabajoso este crustáceo. No creo recordar haberle comido así pelado de forma tan impoluta y entera. En boca resulta jugoso y elegante. La trucha de Tasmania, ingrediente desconocido para el que escribe, destaca por su grasa infiltrada, que le aportan un ligero punto de untuosidad. Notables.
De cara a tener diferentes sensaciones en boca, un nigiri de atún (lomo) y toro (ventresca de atún). Complementariedad. Excelente producto. Pureza.
En el nigiri de concha fina, Mario muestra cierto atrevimiento. Producto que acaba de ser limpiado y extraído de su concha delante de nosotros. Presentado vivo, textura de ligera resistencia. Fotogénico y único.
En lo alto del podio de los nigiris se sitúa el de sardina ahumada en el momento. Ese punto de calor ayuda que la grasa del pescado se funda ligeramente y provoque una sensación muy agradable en la boca. Probablemente este tratamiento también podría encajar con el virrey (otro pescado con un buen punto de grasa). Sobresaliente.
Se remata la faena con unos espléndidos y desprendidos makis de atún y tarantelo que vuelven a representar la esencia del género de forma inapelable y (a petición nuestra) una última pieza de erizo sabrosa y respetuosa con el producto (comenzando la temporada).
Sorpresivamente, llegaría un pequeño mordisco caliente en forma de tempura de calabaza y salsa de tamarindo que sinceramente a estas alturas pasa desapercibido por el nivel de los pases anteriores.
Para cerrar el menú, un postre de melocotón y uva. Refrescante, directo, de sutil dulzor. Acertado. Se echa de menos una segunda suerte dulce para cerrar el ciclo.
Servicio atento a rellenar copas y agua (se sirve en jarras de la casa y no se cobra). Con ganas de agradar y conocimiento, aunque ligeramente sobrepasado en estas primeras semanas con el local lleno. Carta de vinos ordenada de menor a mayor precio, de oferta variada sin una presencia destacada de denominaciones o zonas particulares.
Kappo en una apuesta por una versión de la gastronomía japonesa más pura apalancada en la calidad incuestionable del producto. No esperen mezclas ni efectismos ni fusiones, sino una visión menos ecléctica y más natural. Actualmente un único menú degustación en el que queda espacio para profundizar más en la cocina caliente y en la parte dulce.
La puesta en escena, el enfoque gastronómico, el resultado y la capacidad de mejora hacen que Kappo de Mario Payán sea sin duda una de las aperturas de los últimos meses con visos de convertirse, en breve tiempo, en una realidad y en un soplo de aire diferente a la gastronomía japonesa de Madrid.
Kappo; La delicadeza de Mario Payán
El tarantelo ha llegado para quedarse, jeje, no se lo pierdan, próximamente en las cartas de los mejores chefs del país!
La parpatana se va deshinchando…
Oye, sorprendente ese nigiri de concha fina.
Me suena más la parpatana en elaboraciones calientes, al horno. La concha fina, unos segundos antes estaba viva.