A veces uno comete errores. El último por mi parte tardar tanto tiempo en volver a Triciclo. En este caso, ni busco ni tengo excusa. Miércoles noche y local lleno, a excepción de una mesa bien grande, lo cual muestra el asentamiento del trío.
Más que una sorpresa, he tenido una impresión. Aquí se guisa muchísimo y muy bien. Me imagino la cocina repleta de cacerolas desde primera hora de la mañana con fuegos lentos, buscando huecos entre unas y otras para que quepa la siguiente. Javier Goya me confirma que es el guardián de los fuegos , que nadie planta una cacerola sin su permiso.
Cocina de elevada mise en place y temporada con multitud de opciones fuera de carta casi superan a la misma. Urta, besugo, pichón, alubias con liebre, garbanzos con pulpo, ceviche, gazpacho thai,… Para mí una auténtica casa de comidas del siglo 21, porque mira con detenimiento hacia la temporada de los productos, porque no rehuye dar guiños a la cocina internacional y su influencia, porque sus cocineros conocen las técnicas modernas y las aplican cuando es necesario y finalmente porque el lujo está en el plato mediante la calidad del producto y su tratamiento.
La verdad es que resulta un auténtico gusto que existan tantas posibilidades de elección. Empujan a la temprana vuelta y a reconocer que Triciclo es un lugar para todo tipo de público que se ha hecho un hueco importante dentro de la gastronomía madrileña sin necesidad de zumbidos y alborotos. Por ello, a la hora de la comanda, casi nos ponemos al 100% en las manos de Javier Goya y sus compañeros (Javier Mayor y David Alfonso).
Comenzamos con un trío de platos de amplio sentido internacional que desbordan personalidad propia y en un par un perfil muy nuestro. Un gazpacho thai, ideal para abrir las papilas gustativas por esa mezcla de frescor, un punto de acidez y bastante bravura.
Le sigue un tataki de besugo a la madrileña de sobresaliente. Patata, tomate, ajo en pequeños trozos, para que el bocado mantenga su finura. El pescado marinado se remate con un aceite templado que lleva ajo, vinagre, soja y que lo atempera levemente. Si lo escuchan en las recomendaciones fuera de carta, no lo duden. Platazo.
Cerraríamos con la interpretación “triciclera” del ceviche. En este caso de corvina salvaje con un granizado de rocoto, lima y cilantro y una salsa ponzu a la que se ha añadido yuzu. Producto de altísima calidad. En boca una primera ingestión fue de elevado picor, mientras que en la siguiente se halló un mayor equilibrio entre la acidez, el picante y aliviado por la temperatura del granizado. Notable. A cucharada limpia.
La ensalada de cardo, borraja e hinojo con moluscos y huevas me pareció de gran elegancia. Almejas, berberechos, navajas, percebes, todos ellos pelados y en su punto junto con el frescor de las citadas verduras. Un plato de alto perfil gastronómico que probablemente hubiera encajado mejor justo antes del ceviche. Refinamiento en la casa de comidas.
El pulpo con garbanzos en tinta y oreja de cerdo es un ejemplo que aquí se guisa lo que les sale de los fogones (¡Sí, han leído bien!). Es decir, que existe y sienten esa mezcla entre libertad y confianza para llevar a la mesa platos imaginativos cuya propiedad común es su elevada suculencia. El pulpo en su punto, los garbanzos ligeramente aldentes y la oreja dando ese punto de grasa y melosidad resultando fina al mismo tiempo. Puro disfrute.
De la rossejat de rape y langostinos me quedo con su la textura del fideo y con la profundidad de su sabor. Se nota que han sido previamente dorados, algunos de ellos están ligeramente crujientes y que se ha trabajado un fumé de categoría. Una muestra más de la calidad de los guisos de esta casa.
Javier nos recomienda con pasión, el lomo de vaca (corte picanha) con pan, queso y escabeche de setas. Carne de treinta días con una gran infiltración de grasa, que ha sido marinada durante 48 horas en sal y azúcar y se sirve ligeramente ahumada. El queso ayuda a reforzar el sabor lácteo que en este caso tiene la carne, mientras que el escabeche la da un golpe de sabor con un punto de acidez. Se degusta enrollándolo y casi de un solo bocado. Sabroso y trabajado.
En Triciclo, existe la posibilidad de degustar medias y un tercio de ración, lo cual provoca que pueda finalizar con un bocado de pichón, foie, trufa y mousse de sus higadillos sobre una tosta de pan de cristal. Poco que decir ante una degustación que se disfruta de pleno sin necesarios análisis. Placer por derecho que le llamo.
En lo relativo a postres, el perfil más dulce tiene un corte asturiano por el paso de Javier Goya por Casa Marcial con propuestas como el arroz con leche ó la tarta de queso azul. En este caso se intentó buscar algo más fresco con un postre de naranja sanguínea, frutas y helado de hierbaluisa que no proporcionó el gozo de los anteriores. Probablemente camino por recorrer en el mundo dulce o tome la menos acertada de las opciones.
Triciclo se ha convertido por mérito propio en una de las mejores opciones en Madrid para disfrutar de la gastronomía de forma directa, sin ruidos ni alharacas que nos distraigan de la verdad, de lo que verdaderamente importa que es ese instante en que te llevas algo a la boca. Triciclo se ha hecho un hueco sin ser un espacio de visita frecuente de la crítica especializada. Se ha ganado su público fajándose día a día en el fogón que es donde está la lucha auténtica.
Platos como el tataki de besugo a la madrileña, el lomo de vaca ó la ensalada de borraja y moluscos nos muestran que este trío tiene cocina para ir un paso más allá mientras que otros como la rossejat o el pulpo con garbanzos nos enseñan ese perfil de casa de comidas actual en la que prima la hondura del sabor.
No cometan el mismo error que me achaco tardando tanto en regresar a madrileña calle Santa María del barrio de las letras. Estoy seguro que les harán disfrutar. Como dijo, un personaje célebre: “Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir”
Triciclo: Una casa de comidas del siglo XXI
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Ya estaba en mi agenda. Aun más ahora, tras la lectura de este post. A ver si para mayo arreglo algo con gente de la capi.
Ja, ja si yo soy uno de los de la capi es que vienes muy pocos días y servidor ya no está para dobletes… De verdad Triciclo es un sitio tremendamente apetecible.
Hay algún «alicantino por el mundo» afincado ahí. Igual quedo para comer domingo a mediodía. ¿Sabes si abre?
Los domingos cierran…..
Para mí uno de los mejores en Madrid. Difícil que no guste a cualquiera. Menú que cambia en repetidas ocasiones a lo largo del año, ofreciendo un abanico que, junto a la continua oferta diaria fuera de carta, llega a ser incluso insondable. Más de una vez, cuando les he visitado, me he visto abrumado por la variedad. He tenido que pedir que volvieran a cantar la oferta del día, ¡Qué difícil elegir entre tanto y tan bueno!
Guisanderos, sí. Cocina de puchero toda la que se quiera: legumbres, carnes y estofados, asados… Pero, ante todo, yo diría Cocineros. Elaboraciones de aquí y de allá: cebiches, Asia, crudos… Son tan buenos que consiguen lo que se propongan.
En mi última visita tomé el cebiche y el besugo (sobresalientes para mi gusto) y, entre otros, un taco crujiente de tartar de calamar excepcional.
Casa de Comidas del Siglo XXI. No se me hubiera ocurrido un calificativo mejor. Cuánto sabes, cuánto compartes y qué bien escribes. Me ha encantado el post, Isaac.
Gracias Jon. Palabras como las tuyas empujan a seguir. En este caso, se nos ha ocurrido un nominativo que parece que encaja en la descripción de Triciclo. Gracias por leerme y por comentar. Isaac
Quizás es que me esté haciendo mayor y los fuegos artificiales ya no me deslumbran, pero lo que se pagó ayer noche por lo que disfruté no se corresponde. Ricos el ceviche y el rosejat, curiosa la picaña, pero sin interés el pulpo, los canelones y los calçot. Carta de vinos interesante pero subida de precios. Quizás un sitio para ir con un amigo guiri de no mucho comer y sorprenderle.