Amplias son las opciones gastronómicas en las Rias Baixas pontevedresas. En esta ocasión, les traigo un trío de propuestas diferentes y recomendables, siendo alguna de ellas bastante conocida: D’Berto, la brasería Sansibar y el restaurante Sabino situado en la localidad de Sanxenxo.
En primer lugar, uno de esos templos del producto, D’Berto, situado en la localidad de O Grove. Hace veintisiete años que Berto abrió su restaurante que con los años y la ayuda de su hermana Marisol se ha convertido en el gran restaurante de referencia que es hoy.
La fórmula pareciendo sencilla en su descripción no debe serlo en su ejecución. No es solo producto, que también. Altísimo nivel en el género, flexibilidad con el cliente a la hora de realizar la comanda para buscar su fidelidad, sinceridad y un notable servicio. Si hay el producto que Berto quiere y compra lo ofrece, sino te dice directamente que no te lo puede ofrecer. Sin medias tintas, se vende lo mejor de lo que hay.
En las propias palabras de Berto, en cocina se trata de no estropear el producto con tratamientos sencillos y directos (horno, plancha, brasas y guisos) en los que se busca la perfección del punto. Una cocina sencilla, sin ninguna otra pretensión que intentar respetar una excelsa materia prima.
Resulta indispensable comenzar con la empanada; en este caso de pescado y marisco. Fina y delicada con un sabor profundo a su contenido. Difícilmente mejorable.
Comenzamos por una yodada y carnosa ostra, para seguidamente probar unos berberechos al vapor de punto corto y perfecto. Sabrosísimos.
Sin salir de la concha, pasaríamos del vapor a la plancha para probar unas zamburiñas negras verdaderamente gallegas. No hay en Galicia tanto marisco como el que se vende. En el caso de vieiras y zamburiñas proceden muchas veces de Sudamérica. Las que nos importan, resultan mucho más jugosas, frescas y profundas. Después unas almejas a la sartén ligeramente pasadas de punto de cocinado.
A continuación unos chipirones de la ría ligeramente pasados por la plancha, sin limpiar de forma profunda, manteniendo todo su deseado gusto. Producto de temporada. Una de las joyas de estas fechas.
Llamó la atención en la carta el bogavante local frito. Pieza de 1,6kg que se trocea y se sofríe con ajo. Se nota los músculos prietos de la carne que se saborea de forma paulatina invitando a repetir. Otra forma de degustar este crustáceo del Cantábrico. Gran opción para compartir. Productazo, repleto de coral. Espléndido.
Decía mi madre que no hacía falta que el percebe fuera grande. Puede que tuviera razón, aunque su opinión hubiera podido cambiar si hubiera probado los percebes de esta casa provenientes de la Costa da Morte. De calibre excepcional, siempre gordos, aunque no necesariamente largos. Un verdadero vicio. Nunca los olvidaré y por supuesto volveré a por ellos.
A destacar los postres, tanto unas delicadísimas filloas, finísimas en su anchura resultando casi etéreas como una tarta de queso de gran sabor y textura, que se va directamente a los primeros puestos del ranking. Dos postres imperdibles.
No sería justo dejar de mencionar el fantástico servicio, liderado por Berto como maestro de ceremonias y bien secundado por el resto de camareros, especialmente por un gallego simpático especialmente afable con los niños. Transparencia y mucha verdad.
Definitivamente, merece la pena profundizar en D’Berto. Volveré en el mejor momento. Un restaurante eterno.
Siguiendo la recomendación de algunos amigos, visité la Brasería Sansibar., situada en San Vicente también en la península de O Grove. Sansibar es el proyecto de Luisa y Christian, gallega y alemán que se conocieron en Suiza y hace más de diez años regresaron al pueblo de ella para construirse una casa y posteriormente un restaurante.
La oferta de Sansibar radica en la brasa. Mariscos, pescados y carnes desnudas, con el único tratamiento del fuego y el calor. En las ascuas se combinan maderas con carbón vegetal. Una cocina directa que avanza tras la experiencia personal del parrillero. La brasa se aprende estando en frente de ella, sudando, no hay otra forma.
Carta corta con presencia especial de moluscos. En ellos nos centramos. La ostra a la brasa con alga wakame está ligeramente caramelizada, apareciendo tonos dulces que se combinan con los conocidos yodados. Notable.
A continuación almejas y longueirones. Las primeras, salvajes, carnosas, de concha llena con un punto elegante cítrico que las aromatiza. Buenas.
Posteriormente los longueirones, de la familia de las navajas, pero más largos. Se pescan a unos 40 metros de profundidad y obligatoriamente por buceadores que no utilicen botellas. Perfecto en su ejecución, con dos zonas diferentes en textura y sabor. Mucho diente. Espléndido.
Siguiendo con la brasa, un pase al pulpo. Presentado en tiras de mediano grosor, resultó correcto. En ni opinión, la brasa le quita al cefalópodo ese punto de brillantez que tiene cuando se degusta recién cocido.
En carnes, se puede degustar tanto waygu como con vaca vieja gallega y alguna otra raza autóctona. En este caso, se probó una raza local mezcla entre vianesa y cachena. Brasa perfecta y acompañada de unas patatas fritas caseras de quitarse el sombrero. También de su propia huerta como las patatas, unos pimientos verdes fritos que resultaron espléndidos. Otras formas de reinvidicar el producto. La carne no excesivamente roja contenía un gusto particular que me traía recuerdos de lacón.
En los postres, además de una buena tarta de queso, cabe destacar la torrija con helado de nata, piña a la brasa y ron. Contraste de temperaturas y texturas, dulce con un ligero tono ácido. Postre completo y resultón.
Sansibar es un lugar diferente, sencillo pero con su punto de complejidad en relación con el fuego. Combina la buena materia prima del mar con productos de su huerta que actúan de secundarios. La notable relación calidad-precio junto la amabilidad y cercanía de Luisa animan a volver. Una notable braseria.
Para finalizar, parada en la turística localidad de Sanxenxo. En una calle perpendicular a la playa y muy cerca de ella se sitúa el restaurante Sabino. Gestionado por padre (en sala) e hijo (en cocina). Ofrecen una cocina también basada en el producto de calidad pero posiblemente con una culinaria de mayor profundidad que en los dos casos anteriores.
Comenzamos con unas sardinas marinadas en albariño y tomate comcasse. Limpísimas, de piel brillante, sabrosas. Acierto.
A continuación el carpaccio de lubina acompañado de pequeños trozos de alcaparra, gilda y wasabi para dar chispazos adecuados de acidez y picante. El pescado perfectamente tratado y cortado, de forma que se respetan los músculos del animal. Comanda indispensable.
También lo es, el steak tartar. Ligeramente marinado y cortado a cuchillo en trozos de buen tamaño, lo cual provoca que aparezca un sabor profundo a carne roja. Muy notable.
Imperdibles son las cocochas en salsa verde. De excelente textura, con una salsa perfectamente ligada en su punto exacto de densidad. Plato untuoso, goloso de esos que gritan: “¡Necesito pan!” Sobresaliente.
Si la comida es de grupo, una buena opción es el jarrete de ternera lechal acompañado de un notable puré de mantequilla. Al estilo del difunto Santi Santamaría. La carne resulta melosa, bien laqueada con todo su jugo y rodeada de unas verduras para balancear la ingesta. Plato de contundencia agradable y gran ejecución.
D’Berto, Sansibar y Sabino, un trío en las Rías Baixas totalmente recomendable. Excelente producto, puntos y servicio las claves del primero; posiblemente la mejor marisquería de esta país. En Sansibar el fuego, la huerta y esa cercanía de Luisa son protagonistas. Sabino mezcla notables materias primas con elaboraciones neoclásicas que brillan con luz propia como esas innegociables cocochas.
Como siempre acertados comentarios, no se cansa uno en Galicia, gastrononicamente hablando, magnífica tierra y magníficos cocineros.
Tierra sincera, gastronomía variada siempre anclada en un excelente producto. Volveremos en mes con r para aumentar ese parte de yodo necesario.
El agoRsto que viene?
Ja, ja. La idea es que sea antes, tengo la sensación que lo ideal es OCtubre, Noviembre
Veo que por Galicia andan sin producto… y qué fotos !!!
Ja, ja, que tierra¡¡¡ Buena gente y sitios grandes, diferentes. Siempre con muchas ganas de agradar. Las fotos, ya sabes retocando al final se alarga todo 🙂
De los tres sólo conozco D’Berto y es posiblemente donde mejor marisco he comido.
Es casi imposible come mejor marisco en algun sitio que en D’Berto. Los otros dos recomendables, sabiendo lo que son. Las cocochas en salsa verde de Sabino y el steak tartar de nota.