Por la recomendación de unos amigos con los que compartimos mesa, teníamos ganas de visitar por primera vez el restaurante Olleros en Santander, aunque el establecimiento lleve cerca de 2 años abierto.
La coloreada y luminosa barra da paso a un salón con elegante mobiliario que tendrá una capacidad aproximada de unos cuarenta comensales. Lástima que desde nuestro punto de vista, la localización no invita a descubrir el lugar. Aunque cuando en un establecimiento se come bien, siempre se hace el esfuerzo de visitarlo.
Adecuada recepción, y como aperitivo se ofrece tanto una degustación de aceite con un buen pan del oro liquido como un salmorejo, que últimamente encontramos como tapa en demasiados establecimientos.
Carta no demasiado extensa, cerca de diez entrantes, tres carnes y tres pescados. En el apartado de los platos principales, me pareció de poca variedad, especialmente en los pescados, estando como estamos en una región donde el mar nos proporciona grandes y variados productos.
Se compartieron dos entrantes; en un primer lugar un carpaccio de boletus templado con foie que viene acompañado por unas tostas de cebolla. Textura uniforme, la temperatura provocaba que el foie casi se fundiese sobre la seta y el aceite de oliva. Sabroso, con una estructura melosa que invita a seguir degustando. Sin duda una gran entrada.
Seguidamente otro carpaccio; en esta ocasión de pulpo acompañado de una patata en la zona media del plato. Personalmente pienso, que no es la forma ideal para comer al cefálopodo, al estar dispuesto tan fino pierde algo de sabor al ser degustado. Por otra parte, pocos platos de pulpo como ingrediente pueden llegar al nivel de un sencillo plato del octópodo recién cocido.
Como platos principales, decidimos compartir primeramente un pescado y luego una carne, que gustosamente fueron emplatados en dos medias raciones. Comenzamos con un San Martin con espinacas, piñones, chipirones, tomate y aceituna negra. En el Sur a este pescado se le conoce como San Pedro. Semigraso, y de textura similar a la de un rodaballo con la carne bien recia, aunque los lomos son de tamaño más pequeño y anchura de mayor irregularidad. Pescado, en un buen punto de plancha, las espinacas y el tomate aportan un punto de crujiente, y frescura. Los ingredientes secundarios son más un acompañamiento al ingrediente principal, que parte de un conjunto con mayor estructura.
También probamos un bacalao confitado con huevo a baja temperatura, patatas paja, papada ibérica y cebolla pochada. Adecuada elaboración, donde esta vez sí los ingredientes congenian unos con otros produciendo un acertado todo.
Como bocado carnívoro un rabo de toro deshuesado con verduras, champiñones y queso de rulo de cabra. Este último fue apartado directamente, ya que claramente iba a esconder el sabor de la carne. La cola del astado perfectamente cocinada, deshuesada y muy melosa. De gusto suave, la carne predomina, siendo las verduras una escolta adecuada del principal.
La parte dulce estuvo representada por unas Texturas de queso. Helado, quesada, mousse, polvo y una especie de crepe rellena. Carente de potencia sápida; es decir muy ligero el sabor a queso, por otra parte uniformidad de temperaturas a excepción del helado. Con recorrido para la mejora.
Para finalizar buenos petit fours, bizcocho de chocolate blanco, una trufa de chocolate negro bastante pura, y una pasta de mantequilla. Servicio atento al cliente en todo momento rellenando las copas de vino y agua.
Una buena cena, sobre todo por el plato del carpaccio de boletus con foie, el rabo deshuesado, al que definitivamente le sobra ese queso de cabra, y el bacalao. Carta corta en los platos principales, aunque ésta va cambiando tanto por la temporada como por la inclusión de jornadas monoproducto.
Sin duda, que se nota tanto la mano en cocina como la profesionalidad en sala. Aunque también creo que hay recorrido para mejorar, y sobre todo para que se encuentre la chispa de una propuesta más personal.
Restaurante Olleros: Sin prisa pero sin pausa
No tienen ningún tipo de menú?
En cuanto a lo de carpaccio de pulpo ya lo he visto en algún que otro restaurante y a mi entender, no deja de ser el mismo plato que el pulpo a feira, pero en vez de trozos gruesos, cortado a espada laser, jeje.
Si, pero iba con más gente; y no querían ponerse a tope…..Se come bien, aunque creo que hay trabajo por delante para llegar a una cocina más personal, de mayor chispa
Y yo pensando que era una tarta de manzana……
Coincido plenamente contigo en lo del pulpo, cortado tan fino no tiene que tener ese sabor intenso, que no es jamón…..
Me gusta el plato del bakalao, tiene muy buena pinta aunque no es precisamente lo que estoy acostumbrado a comer.
Tampoco yo entiendo muy bien la combinación del rabo con el queso, son sabores que no me parecen demasiado compatibles.
No veas el «trabajo» que me estais poniendo para este verano entre unos cántanbros y otros. No voy a poder dar abasto pero haremos lo que podamos.
Un saludo.
Seguro que haces un gran trabajo por tierras cántabras….; de eso no me queda la menor duda.
El queso fue retirado automáticamente, y coincidimos en la parte del pulpo.
Pues una pena lo de la oferta de los pescado, en un lugar asi debe ser casi la seña de identidad. Creo que no hay que obsesionarse con la cocina de cercanía, pero tampoco prescindir de los productos estrellas del entorno.
Por otro lado entiendo lo que comentas del rulo de queso de cabra con el rabo de toro, personalmente es un queso que no me gusta, siempre engrasa las preparaciones y en este caso es evidente que más.
Tu blog sigue siendo una referencia para mi, gracias.
Muy acertada tu aportación….sobre todo por lo de blog de referencia…:-) , lo cual me llena de orgullo y satisfacción :-).
Ahora un poco más en serio, gracias de verdad; y me encanta que sirvan mis escritos para dar visibilidad a la cocina de establecimientos que ponen esmero y pasión.
Pues yo si no sabe a queso ya no me gusta el postre.
Excelente como siempre, Isaac.
Y como siempre, no se si tienes mejor la pluma o el objetivo! Jeje
Por cierto, el pu… rulo de cabra, deberían prohibirlo. Yo creo que no le va bien a nada en el mundo. Todo lo estropea. Quizás sólo valga para tomarlo en casa con mermelada de tomate por encima.
Un abrazo
Aurelio Gómez-Miranda.
Gracias Aurelio, de acuerdo contigo…le preparaba un funeral al rulo de cabra, e iba con chaquetilla fosforito…
Jajaja!
Al «bujero»!