Ir de pintxos en el País Vasco, hacer el aperitivo en Madrid, ir de tapas en Andalucía. Diversas acepciones que marcan el encuentro con seres queridos, con amigos que hace mucho tiempo que no ves. Son reuniones bien numerosas ó reducidas que invitan a la charla, a la conversación.
En Cantabria y especialmente en Santander diríamos: “¿Nos tomamos unas rabas?”. Personalmente los recuerdos son inabarcables. Tremendamente cercanos a la añoranza, por una parte la de esta tierra cántabra que me tira cada vez más, y por otra la de un padre que amaba estas reuniones con sus hijos, que disfrutaba tomando un blanco mientras su familia bebía cerveza por doquier, y comía rabas. Mis últimas conversaciones con él siempre fueron alrededor de unas rabas y un vino; y eso os puedo asegurar que deja huella.
Hoy día uno de Agosto, los meteorólogos se han vuelto a equivocar a la hora de dar su pronóstico. Ayer comentaron que llovería por la mañana, pues hoy os lo podéis imaginar ni rastro de aguacero. En su lugar, sol espléndido. Pero no estábamos preparados para ir a la playa por la mañana, y como lo hemos solucionado pues yendo a comer primero y dejando la arena para la tarde.
Con mi hijo hago lo mismo que hizo mi padre conmigo (no dejamos de ser animales de costumbre), educarle en la costumbre de las rabas, y hoy no podía ser una excepción. También a este buen hacer, le hemos añadido otro plato: los mejillones en salsa, que es otra de esas raciones típicas santanderinas que no puede faltar en un buen encuentro.
Por todo ello antes de llegar a la playa de Somo, hemos parado en Pedreña, concretamente en Marina Pedreña y nos hemos comido unas rabas de calamar fresco y unos mejillones en salsa. Las primeras de lujo, pero de lujo del de verdad, no falsas imitaciones manteras, que sería como decir que el cefalópodo estaba congelado. Si sois fanáticos de esta ración, no dudéis; a la calidad de las mismas, se les una las vistas de Santander desde el otro lado de la bahía.
El molusco también muy rico, especialmente esa salsa que suele llevar tomate, cebolla, pimentón un poquito de vino blanco, algo de harina para espesar y el agua de la propia cocción del mejillón. Si la salsa está rica que lo estaba, esto es un deleite.
El placer de lo cotidiano. El placer del amor, de la amistad, de lo simple. El placer de recordar los recuerdos, de transmitir las costumbres y vivencias. El placer de repetir las vivencias pero cambiando los papeles; ahora he pasado a ser el padre cuando anteriormente fui el hijo.
¡Qué sencillo es encontrar el placer!. Si el día de mañana tu teléfono suena y alguien al otro lado te dice: “Nos tomamos unas rabas?”, mi recomendación es que tú preguntes: “¿Dónde y a qué hora?”. Nunca te niegues, puede que dejes pasar “el placer de lo cotidiano” y no te hayas dado cuenta.
Isaac, imagino que las conoces, pero las del bar del Puerto son bestiales, las mejores que he comido en Santander. Debía tener como 7 u 8 años cuando las probé con mis padres por primera vez y, desde entonces, son un fijo en cada visita a la capital cántabra!!
Jesús, hace tiempo que no voy al Bar del Puerto, las probaré en breve. Ayer las que he tomado eran excelentes de verdad, y con un paraje de la bahía de Santander tremendo. Me encanta ver Santander desde Somo y Pedreña. Un día tengo que preparar una cata de rabas en diferentes lugares emblemáticos de Santander.
Las de Marina de Pedreña son espectaculares, con ese sabor a calamar y la textura consistente, muy buenas. El arroz alli depende del dia, he comido arroces a banda muy buenos.
Rabas buenas en Santander habia en la Cátedra, ya cerrada, donde los mejillones en salsa llegaban a cotas insospechadas y los sábados mareas de gente se desplazaban alli.
En el Maremondo tambien tienen buen genero y la fritura es correcta, logicamente a evitar los dias clave, vease domingo o festivos.
Tú mismo lo has dicho, o mantenemos estas pequeñas cosas que años despues guardamos con gran cariño, o se van perdiendo. Pequeños placeres.
El arroz que suelo tomar allí es el de arroz con almejas; bastante bueno, almejas espectaculares. habrá que probar el Maremondo. haré otros posts con pequeños placeres..pero te avanzo uno que es muy de verano, tomarme unas sardinas asadas.
Calla! Que tengo a la parienta con ganas de sardinas en Pedreña, o una rueduca de bonito con su tomate. Este año aun no hemos ido, pero cada veranos caen dos o tres comidas y vuelta en la lancha.
Juan, que haces que no vas…yo la semana ultima de vacaciones en Santander…este plan cae seguro…al atardecer y yendo en barco…; eso es EL PLACER DE LO COTIDIANO…con unas simples sardinas y un bonito
Me has abierto nuevamente el apetito. No se si dejar de leerte. Vas a ser una «mala» influencia en mi intento de desengancharme del comer y comer.
Pero lo que más me ha gustado ha sido la parte emocional del comentario, totalmente de acuerdo contigo.
El placer de lo cotidiano, tantas veces olvidado.
Un saludo.
Jon Ander, me ha gustado este concepto de «el placer de lo cotidiano»..volverán otro posts con la misma temática…