Gueyu Mar Dic 2016 : #elparrillerodelmar


Pasión, inquietud, producto y brasas son los pilares de Gueyu Mar. Estamos sin lugar a dudas ante un restaurante único. Abel y Luisa han convertido su pequeño rincón de Playa de Vega al oeste de Ribadesella en un lugar de peregrinaje. Todo aficionado a la gastronomía debe pasar por aquí para adentrarse en el mar a la brasa. Me atrevería a decir que estamos ante el “#parrillerodelmar”.

La concepción del pescado a la brasa cambia tras visitar Gueyu Mar. La calidad de las piezas y los puntos que Abel obtiene son atípicos, prácticamente inmejorables. Fundamentalmente se percibe a través de los niveles de jugosidad, de la ausencia tanto de humo como de aderezos innecesarios que maleen los sabores de los peces. Todo ello provoca que estemos sin duda ante uno de los mejores asadores de pescado del país.

Abel escucha al pescado y a las brasas. Su crepitar, la reacción de la grasa del pescado en las ascuas provocando un humo que envuelve a las piezas y refuerza su gusto. Años de sudor y observación están provocando que cada vez más se adentre en caminos desconocidos no exentos de cierto riesgo. Elige una vía y la explora a conciencia hasta que alcanza un estado de óptima suculencia. Su última aventura son las sardinas, empeñado en conseguir una conserva que antes haya pasado por la brasa y realmente llegue a conmover.

Permítanme hacerles una recomendación. Visiten Gueyu Mar en meses como noviembre, diciembre, enero, fuera de la temporada estival. Menor aglomeración de comensales y una mejor época para el pescado blanco.

Además de las sardinas, también Abel está realizando sus pinitos con una conserva de ventresca de bonito. Sabor verdaderamente intenso, ventresca proveniente de una pieza de elevado tamaño. Trabajo en progreso, pero marcando ya diferencias de calidad y gusto.

ventresca_gueyumar

El conocimiento de los peces siembra esa capacidad de poder ir más allá. Con la melva, se conforma una trilogía siempre partiendo de la parrilla. En primer lugar, melva escabechada. Las lascas y los colores como señal de perfección en el punto. Pura elegancia.

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De los lomos de melvas de entre 2 y 3 kg, una especie de makis de melva únicamente rodeados de sésamo. El pescado previamente marinado en soja y vinagre de arroz para después perfilarlo al fuego. Realmente jugoso.

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Combinando cocina y parrilla, se atreve con la melva con fondo de sus espinas y soja. Menor intensidad de la brasa y mayor crudeza para que el sabroso fondo tenga más notoriedad. La brasa como vía de intensidad. Bravo.

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Abel es un enamorado de la conserva. Hace año y medio se preguntó por qué no añadir la brasa a una conserva de sardinas. Trabajo, muchas pruebas y algunas noches para dar con la tecla correcta. Para que el ahumado sea suave, para que la delicada piel de las sardinas no se desprenda.

Limpieza y enviscerado artesanal, maderas de encina y cerezo y un buen aceite oliva virgen extra son las otras herramientas para producir una conserva premium. Degustamos dos piezas grandes y otra más cercana a la sardinilla. De mayor sabor y potencia las primeras, mientras que en la segunda se percibe más el ahumado ante un pescado de menor tamaño y sobre todo menor cantidad de grasa. Con el tiempo, Abel se convertirá en un conservero.

sardina_gueyumar

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Si se ha alcanzado la excelencia en el suave ahumado que se aporta a una ostra Guillardeau. Se sirve con su propio jugo. Observación, tiempo y distancia, tremenda meticulosidad. Un poco de caviar potencia el toque salino. Mucho vicio. Prueben.

ostra_gueyu

Los únicos pases que no pasarían por la brasa a excepción de los postres, las angulas y el salpicón de bogavante de Luisa. Las primeras resultan jugosas, de textura ciertamente melosa, símbolo de haber sido cocidas hace poco tiempo (Gracias Doctor).  El salpicón se ha convertido en uno de los iconos de esta casa. Siempre generoso y cada vez que se degusta gana en ligazón y finura. Obligatorio.

angulas_gueyu

salpicon_gueyu

Se debe dejar espacio para al menos dos piezas de diferentes peces. Como casi siempre, la elección es del propio Abel. Nadie como él. Conoce las piezas, sus momentos, sus maduraciones o tiempos de esperar entre pesca y consumo. Conoce el mar. Primeramente lubina. Siempre piezas de gran tamaño que antes de cruzarse con el fuego se trocean. Producto de altísima calidad. El paso por la brasa es elegante y exquisito. Sabor redondo, integrado. Las lascas se desprenden casi solas al percibir que los cubiertos se acercan.

lubina_gueyu

En esta casa, el rey de la misma es el rey. Joya cercana a los cuatro kilogramos para once comensales. Todos ellos conocedores y aficionados a Gueyu Mar. El veredicto fue unánime. Estábamos frente al mejor rey degustado en este rincón asturiano.

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Tuve la suerte o la rapidez que media cabeza acabara en mi plato. Me acordé de mi madre. Ella siempre elegía la testa. Se exploran todos sus recovecos como si me fuera la vida en ello. Se encuentran diferencias en texturas y sabor. Algunos trozos con un marcado sabor a crustáceos y de textura más volátil. Jugosidad plena y un gusto delicado, natural. Espectacular.

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Se tiene la sensación que casi nada se interpone entre el pescado y el comensal. Únicamente el fuego, la temperatura y la distancia como palancas para alcanzar el esplendor. Esta cabeza quedará en mi cabeza para siempre y además me ha unido con el amigo que disfrutó la otra mitad. Codazos de complicidad.

En los postres, apóyense en los quesos y el arroz con leche. El Gamoneu es espléndido. La tarta un peldaño por debajo pero repleta de sabor y a falta de una textura de mayor untuosidad. El arroz con leche sin llegar a ser crema sale notablemente parado en la evaluación.

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Globalmente parece que nos dirigimos hacia una cocina cada vez más técnica de puertas adentro, donde los tecnicismos se esconden al comensal. En Güeyu Mar, Abel Alvarez a la vista del cliente ha alcanzado la perfección del fuego.

El esplendor de lo primitivo como único enlace entre el pescado y el cliente.

Gueyu Mar Dic 2016 : #elparrillerodelmar 

Un poco de música, Firestarter -The Prodigy

 

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4 Comments

  1. Aurelio
    21 diciembre, 2016
    Responder

    Cómo me molan a mí estos asadores de luxe.

    ¿Oye, ese azul tan evocador de muchos de los platos es el color del plato, fotochó o la luz que se adivina que hay en el local?

    • Administrador
      21 diciembre, 2016
      Responder

      Algunos platos son ligeramente azules, pero sobre todo lo que tú percibes viene provocado por la luz natural del local y el buen ojo a la hora de fotografiar de mi mujer.

  2. Rafael
    15 junio, 2017
    Responder

    Aún tengo en mi memoria la Ostra ( con mayúsculas), además pudimos comer en la terraza con el perro que fue bienvenido y cuidado.

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