Dos Palillos: El rock sigue sonando.


Dos Palillos puede que fuera la primera barra en la que se visualizaba a los cocineros finalizar los diferentes platos y ayudando a servir. Luego vinieron otras. En el barrio barcelonés de El Raval, entre la Rambla y la Ronda de San Antonio se encuentra este local que por fuera no da ni una pista de lo que uno se va a encontrar en su interior. Ocupa el espacio donde antiguamente tuvo su estancia el Hotel Camper.

A los mandos Albert Raurich que junto con su jefe de cocina Takeshi Somekawa proponen una cocina fundamentalmente asiática con guiños ibéricos y mediterráneos. Sushis, sashimis, dumplings, baos. Estilo libre en un espacio que también respira libertad, dejando fuera cualquier tipo de atrofia empalagosa entre los que sirven y los que disfrutan.

En directo, el ritmo de marcha de los pequeños platillos es alto. Goce inmediato, casi sin reflexión, pases de pocos ingredientes con sabores que de forma rápida accionan la palanca del placer en la mayor parte de las ocasiones. Bocados sin aristas que gustan  por derecho. La tapa es el hilo conductor, la sucesión de las mismas conforma el camino. Mejor dejarse llevar para el disfrute, sin preguntarse por órdenes establecidos que en Dos Palillos directamente no aplican.

Diecisiete pases salados y cuatro dulces. Los primeros breves. Al final se echa en falta algún plato de mayor volumen donde se repitan sabores agradables y requiera una cocina aún de mayor fondo con posibilidades de inclusión de diferentes matices. Respecto a la visita de hace tres años, se repiten cuatro de los bocados resultando la experiencia menos sorpresiva pero igualmente suculenta. Cierto estancamiento sabroso.

El comienzo es atronador, como cuando un concierto comienza con un éxito. De ello se encarga, el tuétano a las cinco especias chinas. La grasa se funde en la boca de manera elegante. Bocado frágil que marca por donde va la línea culinaria de Dos Palillos.

Tuetano5_2palillos

De especial finura son los nenúfares thai de corteza de cerdo, sin apenas grasa, solo la piel especialmente crujiente y muy etérea. Se modela como un taco, ligeros a pesar de su aspecto y con elementos herbáceos que aportan frescura al bocado.

nenufares_thai_cortezascerdo_2palillos

De menor impacto sápido resultan los pescaditos atrapados en la red con matices de frutos secos a través de la red y de un caviar de almendras. Sutil.

Pescaditosatrapadosred_2palillos

La ensalada de alga codium con aceite de pimientos de padrón parece un homenaje a Galicia. Un mar y tierra cuya mezcla convence en boca, pero que se queda algo corto por su escasez. Igual es que lo bueno si breve dos veces bueno. Para algunos aspectos, no me convence del todo el refrán.

Ensaladaalgacidium_2palillos

Con los dos siguientes platos se entra en terrenos de largas cocciones o maduraciones. En primer lugar el Hojitashi de espardeña, tras una cocción de días la espardeña además de alargarse toma esa tonalidad oscura y pierde parte de su sabor marino. Me resulta más especial y delicado el nare sushi de lubina con una salsa de pulpa de arroz fermentada con sake. Tonos ahumados y lácticos que son como siempre una gran combinación.

Naresushidelubina_2palillos

Finalizaríamos esta especia de trilogía con los jurelitos macerados con kombu. Ejemplo de aparente sencillez que conquista.

Juralmaceradoenkombusake_2palillos

En la misma línea que el plato anterior, el sashimi de ventresca de atún y mentaiko (huevas marinadas de abadejo) casero. Producto que salta a la vista y que en boca vuelve a producir (como el tuétano) esa placentera sensación de grasa, en esto caso marina. Cuando no masticar se convierte en gozo. Superior.

Sashimideventrescadeatun_2palillos

El sushi de erizo es original en su puesta en escena, invertido sobre su propia cáscara, pero se desequilibra por un exceso de wasabi entre los granos de arroz.

Sushi_erizo_2palillos

Como si fuera una secuencia declinatoria de la soja, se suceden los dos siguientes platos, el denominado yuba-mochi, una especie de ravioli con la nata de la soja, edamame y soja fermentada que se complemente seguidamente con la soja en 3 colores formado por helado y salsa de soja añeja, el edamame y su praliné. Probablemente la mayor muestra de cocina junto con los dumplings, baos y postres.

Yubamochi_2palillos

Sojaen3colores_Dospalillos

Las gambas crudas (cuerpo) y calientes (cabeza) con aceite de té negro es uno de esos pases que han permanecido impasibles en el menú. Pareciera complicado eliminar un plato que aun siendo básico provoca ese contraste de gozo en boca. Ejemplo de fusión con sentido.

GambasCrudas_calientes_2palillos

A continuación, la parte más china del menú que despega con el noumifu (tempura china elaborada con harina de arroz) de sesitos de cordero. Verdaderamente goloso y equilibrado a través de esa pequeña ensalada de su parte superior. Se percibe de forma directa el yodo con el siumai de cangrejo real y su coral, dos unidades desaparecen en un verdadero abrir y cerrar de ojos. Cerrando el ciclo con el xiao long bao, especie de raviolis liquidos rellenos de carne al vapor. Tres bocados que representan muy bien la cocina de Raurich, suculencia directa.

Noumifusesitoscordero-2palillos

Xiaolongbao_2palillos

Tampoco tiene sustituto frente a otras temporadas, la hamburguesa japonesa de vaca gallega madurada que además lleva jengibre, pepino y shiso. Sin peros ni grandes exclamaciones. Gustoso, pan al vapor realmente destacable.

hamburguesa japonesa_2palillos

Mayor frialdad con el tataki de buey que se acompaña con una salsa que cada comensal mezcla de huevo de codorniz, miso blanco, soja y especias. Ésta de mucha profundidad, realmente melosa, mientras la carne no destacaba en exceso por su permanencia sápida.

Tataki_buey_2palillos

Los postres rayan a un nivel no por debajo de la cocina salada, especialmente los dos primeros. Un especial kakaigori de yuzu, textura de nieve, de intensa volatilidad que se deshace en la boca penetrando toda esa deseada acidez. El coco estilo thai rezuma altura de miras y puede que sea el plato de mayor número de matices. Picante, ácido, dulce y completado por el juego de texturas. Brillante.

Coco_2palillos

Sin llegar al nivel anterior, pero resultando agradable y diferente, el helado de jengibre con corteza caramelizada. Se utiliza a modo de cuchara, resalta el contraste dulce-ácido y recuerda a almendras garrapiñadas pero con un gusto ligeramente más profundo. Menor admiración provoca el pastel de mochis (fresa, arroz, té verde,….) sobre una base de chocolate derretido.

HeladoJengibre_cortezas_2palillos

Pasteldemochi_2palillos

Dos Palillos sigue por sus fueros de provocar impacto y placer directo, sin complicar aparentemente la propuesta buscando vías alternativas de disfrute ó nuevos campos de investigación. Pareciera como si se encontrase cómodo dónde actualmente está, como si Raurich hubiera alcanzado una tranquila madurez.

El entorno ayuda a caminar por los alrededores de un “tapeo” que se equilibra entre la finura de las composiciones y un perfil más canalla que no pone límite a la mezcla. En la barra se junta oriente (elaboraciones) con nuestro más cercano occidente (producto) resultando en una de las propuestas de fusión más respetadas de nuestro país. Todo ello, desde una línea donde la suculencia es siempre el eje por el que transita el menú resultando ésta casi innegociable.

Se alcanzan las cotas más altas con bocados como el tuétano a las cinco especias, el sashimi de ventresca de atún, la soja en 3 colores y la trilogía de platillos chinos (noumifu de sesos de cordero, siumai de cangrejo real y xiao long bao) mientras que los pescaditos en su red ó el tataki de buey están un cuerpo por debajo. También nos queda esa incertidumbre relativa a cuál sería el resultado si se afrontase algún plato de mayor calado.

Dos Palillos: El rock sigue sonando. 

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7 Comments

  1. Toni Grimalt
    3 marzo, 2016
    Responder

    Brutales las fotos y brutal el lugar. Muchas ganas de acercarme. ¿Cuántos comensales eráis? Veo bastante comida

    • Administrador
      3 marzo, 2016
      Responder

      Eramos 2. Me estará volviendo enfermo, pero hubiera comido más. Cuesta salir 🙂

  2. oscar4435
    3 marzo, 2016
    Responder

    Que pintaza , este mola fijo.

  3. 6 marzo, 2016
    Responder

    Muy apetecible esta propuesta de «tapeo» que permite tener numerosas emociones a través de cada uno de los pases. Llámame básico pero me he parado en la ventresca de atún y en las gambas con contraste de temperaturas.

    ¿De beber? ¿espumoso? ¿generoso? ¿alemán o similares?

    • Administrador
      6 marzo, 2016
      Responder

      Jose, Espumoso francés que acompañó muy bien toda la comida….Cada vez me gusta más el champagne

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