Recuerdos catalanes en Madrid: Calçots y fideua


De mi época de estudiante en Cataluña, uno guarda ciertas reminiscencias entre ellas: la fideua, los paseos Rambla abajo para luego bordear el mar, y también los calçots. Resulta más sencillo recordar los recuerdos gastronómicos que visitar la capital catalana; a la cual debo de ir, fundamentalmente por dos razones: volver a ver a algunas amistades, y disfrutar de su oferta gastronómica de alto nivel: Sant Pau, Can Fabes, Abac, Koy Shunka, Dos Palillos, Moments,…

En Madrid, es posible degustar estas cebolletas tiernas en sitios como Can Punyetas, Casa Jorge, La Huerta de Lleida, Paradis Madrid (se presentan rebozadas), y ahora en el Practico (Victor Enrich) donde se ha realizado esta comida.

El calçot es uno de los platos típicos de la gastronomía catalana. Fundamentalmente, destaca el de Valls, protegido por una denominación de origen, que se caracteriza por una longitud de 15 a 25 cm (parte blanca) y un diámetro, medido a 5 cm de la raíz, de entre 1,7 y 2,5 cm.

“Calçot» viene del hecho de que en su cultivo se amontona tierra sobre los brotes que crecen de la cebolla inicial («calçar la tierra sobre la planta»). Esto se hace para conseguir un tallo blanco mucho más largo. Su cultivo resulta ser todo un proceso, primero, se obtienen los bulbos a partir de la siembra de semillas. Se recogen los bulbos en verano. A mediados de septiembre se pueden plantar los bulbos en tierra y según crecen se van calzando, es decir, cubriendo con tierra para que queden blancos. Es decir, se trata de un brote de cebolla blanca que ha sido replantado en el terreno.

Los calçots vienen presentados en una especie de plancha para aguantar el calor. La parte exterior se separaba perfectamente, dejando entre nuestros dedos la parte más tierna para ser depositada en la salsa romesco. Cebolleta que resulta más dulce que una normal. Este dulzor le aporta suavidad, algo de elegancia; y me atrevo a decir que cierta facilidad en la digestión. Los degustados tienen denominación de origen de Valls. Comida tremendamente manual; me ha sorprendido ver a bastante gente utilizando el cuchillo y tenedor. Será la zona (Plaza de la Moraleja).

Os dejo un video donde podemos ver a Albert Adriá con Anthony Bourdain tomando una calçotada. El americano me mata de envidia sana, al principio de cada uno de sus capítulos de “No reservations” con su lema “ I´m Anthony Bourdain, I write, I travel, I eat, and I am always hungry for more” que para los no avezados en idiomas resulta ser: “Soy Antonio Bourdain, escribo, viajo, como y siempre tengo hambre para algo más”. Me resulta este gran lema un principio fundamental para todos aquellos que disfrutan plenamente de la gastronomía. A partir del min 3:22.

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Siguiendo con esos recuerdos catalanes, nos decantamos por una fideua de ceps y butifarra (con fideos rossejats). Plato de recuerdos catalanes. Seguimos en el campo después de esos calçots.  En el Practico se utiliza un fideo muy fino para la fideua, lo cual permite proporcionar al final un golpe de horno que deja el fideo crujiente. Para mi mejora en textura, casi no se debe masticar; y me encanta el color que cogen los fideos. Al ser más finos, absorben el color y el sabor del guiso de forma más sencilla. Fideua sabrosa y generosa acompañada de un necesario alioli que combina perfectamente con el resto.

 A veces la sencillez resulta placentera, a veces repetir de un mismo plato, a veces comer un primero y un segundo nada tienen que envidiar a ir de largo y estrecho. Hay hueco y hambre para todo.

Continuamos con esa naturalidad también en el postre, con una tarta tatín de manzana recién horneada con helado de vainilla. Un dulce con toques ácidos final para una comida de recuerdos catalanes en Madrid: calçots y fideua.

Local lleno que podrá albergar unos cuarenta comensales. Servicio moderno, y joven que destaca por sus tremendas ganas de agradar.

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9 Comments

  1. oscar 4435
    20 enero, 2013
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    Que pinta tiene todo , estoy salivando.

  2. Jon Ander
    20 enero, 2013
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    Eso es un «trabajo» de envidar, eh? Tú no te quejes que tampoco es que te lo pases mal precisamente. Escribes, viajas, comes y creo que hambre para algo más no te falta.

    • 20 enero, 2013
      Responder

      Si vaya envidia de trabajo. Anthony fue cocinero, escritor, y por ultimo presentador. Cuando empezó a ganar dinero, dejo lo de cocinero

  3. G-M
    20 enero, 2013
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    Guapo post, Isaac.
    Yo viví dos años en BCN, y he revivido mis recuerdos gastronómicos con tu relato de los tuyos.
    Diosss qué color y qué brillo tienen esos rossejats!!!

    • 20 enero, 2013
      Responder

      Gracias..el color de los fideos es tremendo. En Cataluña, viví 6 años entre Vilanova i la Geltrú, y Barcelona. Recuerdo la fideua de un sitio que se llama el Peixerot en Vilanova

  4. Craticuli
    21 enero, 2013
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    Fantástica fideua, y que razón tienes con lo de los fideos. Personalmente lo del ali-oli casi que lo perdono, prefiero saborearla a pelo.
    Saludos.

    • 22 enero, 2013
      Responder

      Que coincidamos en el tema fideos…me da buena señal¡¡¡ Mucha gente no cambia sus costumbre; pero el fideo «rossejat» para la fideua es para mí al más apropiado. Lo del alioli, si ó no, son minucias…

  5. María
    17 enero, 2016
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    Paradis Madrid es lo peor. El romesco no vale nada. Yo salí sin probar el plato principal tras dos horas de reloj de espera. Dos horas.
    Cualquiera de los restaurantes nombrados son geniales para comer calçots. Paradis Madrid para comer nada.

    • Administrador
      17 enero, 2016
      Responder

      ¿Quien está hablando de Paradis Madrid? Solo se menciona, el post se refiere a el Pract&Co. Local que a día de hoy está cerrado.

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